domingo, 13 de julio de 2008

SUR DIGITAL/ MALAGA-TANGER :CULTURA y ESPECTACULOS


CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Bailando en Tánger
Envuelta en leyendas, esta ciudad del Estrecho ve cómo las aguas se mezclan en medio de un enigma suave e incomprensible
JOSE A. GARRIGA VELA/
ESTAMOS en Tánger.
Hemos venido aquí para asistir a unas jornadas literarias organizadas por el Instituto Municipal del Libro que dirige Alfredo Taján y el Instituto Cervantes de Tánger dirigido por Arturo Lorenzo. Sopla el viento del Este en una ciudad en la que se encuentran el Atlántico y el Mediterráneo, las aguas se mezclan, una ciudad hecha de una sucesión de colinas, envuelta en leyendas, enigma suave e incomprensible. Ciudad del Estrecho en que reinan el viento, la pereza y la ingratitud. Eso dice Tahar Benn Jelloun en su novela: 'Día de silencio en Tánger'. Paseo por las calles de Tánger con amigos de Málaga. El mismo mar. Apenas dormimos en Tánger: «Los que están despiertos tienen un solo mundo que les es común; los que entretanto duermen se introduce cada uno en su mundo particular». Nos acostamos muy tarde. Nos gustaría no dormir. El mundo cabe en una ciudad. El mundo, ahora, es Tánger. Alfredo Taján me lleva a conocer el Titánic. Alfredo ha encontrado una simbología entre el trasatlántico hundido y el Teatro Cervantes de Tánger. Una joya arquitectónica de 1913. Un teatro en ruinas. La belleza pudriéndose delante de nosotros. El arte y la piedra desmoronándose ante la impasible mirada del gobierno español. Un Titánic hundido en las aguas cenagosas del olvido. El gobierno español tiene la titularidad del teatro. Aquí estuvo el glamour. Por aquí pasaron los mejores artistas del siglo XX. Cuando Tánger era el centro del mundo y los escritores se reunían en los cafés del boulevard. Cuando el Teatro Cervantes aún no se había convertido en este bello cadáver descompuesto.Por estas callejuelas por las que ahora paseamos estuvo Mohamed Chukri. Cuando Mohamed Chukri dormía en los cementerios y aprendía a leer con veinte años sobre la tumba desconocida de su hermano en Tánger. Ahora somos escritores malagueños y marroquíes los que nos comunicamos con el lenguaje universal de la literatura. Días de palabras en Tánger. Palabras de Jesús Aguado, Mostafa Akalay, Regina Álvarez, Pablo Aranda, Francisco Chica, Francisco Cumpián, Driss Jebrouni, Mezouar El Idrissi, Carlos Font, Álvaro García, Antonio Gómez Yebra, José Antonio Hergueta, Khalid Raissouni, Tomás Ramírez, Abdelouahid Torres y Ahmed Tribak Ahmed. La luna llena de Tánger. Una esfera blanca. Blanca Machuca, Pablo Aranda y yo dedicándonos al interiorismo. Los tres diseñamos y diseccionamos la noche. Un chiste privado. La noche en las ciudades siempre se convierte en un chiste privado. Somos los confidentes de la noche. Los tres damos ideas al canalla que llevamos dentro.Ahora veo a Alfredo Taján en el Hotel Continental. Lo veo entre figuras de otro tiempo. Viajeros y artistas. Bellos y malditos. Lo veo entre estanterías y cuartos plagados de objetos antiguos. Los abalorios del tiempo y la aventura. Veo a Paco Cumpián recitando un poema en uno de los salones vacíos del hotel. La magia de la ciudad comprimida en unos segundos. Unos versos. La salmodia de la oración. Veo a Maluka sentada a mi lado en el restaurante Marcello. Me habla del sueño plácido de la muerte. Las buenas personas siempre duermen felices y así habrán de seguir cuando se hayan ido para siempre. La muerte es sueño, me dice Malika. Luego bailamos sobre lo que queda del día. Bailamos los hombres y las mujeres. Baila, Natalia. Bailamos sobre el silencio de las palabras. Bailamos antes de que el mundo se acabe. Algunos bebemos como si las reservas de alcohol de Tánger estuvieran a punto de extinguirse. Bebemos hasta quedarnos sin blanca. Está bien que sea así. Siempre he desconfiado de los abstemios. El mismo mar, la misma noche, nos une a unos y a otros. Los vasos comunicantes de la noche de Tánger. Nuestra aliada. Mientras Regina, Sinuhée y Guillermo ordenan el material que han filmado durante el día. Veo los jardines del consulado de España. El cónsul y su mujer obsequiándonos con aperitivos típicos de Extremadura. No se olvidan los sabores de la infancia. La patria del paladar. La embajada es vuestra casa, nos dicen, vosotros la pagáis con vuestros impuestos. Pero somos prudentes y ninguno de nosotros se queda a dormir en la embajada. Ahora Pablo Aranda y yo estamos ante un centenar de futuros profesores de español. Un grupo de estudiantes que nos lanzan cargas de profundidad en sus preguntas. Mujeres y hombres que escuchan con un respeto imponente. Creo que aprendimos más nosotros que ellos. La humildad y el respeto, el interés y la cultura no se compra en los comercios de Occidente. No se expone en los escaparates. No se pide por encargo. Yo lo encontré en el Centro Pedagógico Regional de Tánger la tarde del 11 de mayo. Luego lo seguí encontrando en la lectura de poemas del Museo de Arte Contemporáneo. Los versos de Álvaro García y Jesús Aguado traducidos al árabe. La música de las palabras. El misterio. Las dos orillas del lenguaje. Más tarde, la noche. Otra vez, la noche. Los espejos de las discotecas. Las chicas mirándose en los espejos. Solas frente a sí mismas y el vértigo de la madrugada. El vodka con hielo. Los bailes en casa de Arturo y Malika. Las reservas de alcohol que de nuevo se agotan. Cruzamos el Estrecho. El viento empuja el mar. Despierta las voces de los muertos. Oigo a una de esas voces que me dice: -¿Vas a escribir de las noches de Tánger?-Es posible -respondo-. Pero voy a escribir también del amor a las palabras. El amor al viaje maldito de las palabras y el cuerpo. El cuerpo es el festín de Tánger. Homenajearlo es el principio y el fin. Nos llega servido en una fuente, con el sol o la luna. Los días y las noches de Tánger me han hecho perder el miedo a la vida. No temo al mañana triste y condenado. No temo al careo de la policía. El careo de la muerte. Bailo sobre la tumba de Chukri. Cuando la experiencia supera el arrepentimiento, desaparece la culpa.