domingo, 13 de julio de 2008

Ángel Vázquez


Ángel Vázquez

Alejandro Pérez-Prat



Angel Vázquez Molina (cuyo verdadero nombre era Antonio) nació el 3 de junio de 1929 en Tánger, en ese Tánger internacional cuyo ambiente, exótico y cosmopolita, Michael Curtiz plasmaría en imágenes con otro nombre, Casablanca. Su padre, un hombre al parecer bastante violento, abandonó el seno familiar siendo él muy pequeño y, desde ese momento, su infancia pasó a ser el mundo femenino de su abuela y de su madre, propietaria de una tienda de sombreros muy famosa en el Tánger de la época. Allí, el pequeño Angel, pasaría la mayor parte de su tiempo, oyendo los chismes de las clientas y empapándose de la yaquetía (o haquitía), el castellano híbrido que hablan los sefarditas de Marruecos y que, más tarde, trasladará a su obra, La vida perra de Juanita Narboni. Se convierte en un niño introvertido, tímido y solitario, y empieza a construirse un mundo interior que le salvará de la realidad.
Tras pasar por varios colegios, abandona los estudios por motivos económicos y se convierte en un autodidacta que devora los libros de todas las bibliotecas de Tánger. Comienza a trabajar, deambulando irresponsablemente, de un empleo a otro (oficinista, vendedor en una librería, colaborador del diario España , secretario de un abogado...), a la par que lo hace de un bar a otro. Todo ello combinado con una irrefrenable necesidad de escribir que le permite escabullirse.
A medida que se acerca la independencia de Marruecos su situación se va agravando. Lo único que le preocupa es cómo comer al día siguiente y no puede abandonar Tánger porque de él dependen su abuela y su madre, ya muy enferma. En 1962 gana el premio Planeta con su primera novela, Se enciende y se apaga una luz, pero el dinero recibido se le va en pagar deudas. Dos años más tarde, y en esta ocasión por encargo, publica la segunda, Fiesta para una mujer sola .
Tras la muerte de su abuela y, más tarde, de su madre en el año 65, acogiéndose a las ayudas que ha ofrecido España, decide abandonar Tánger, que ya ha dejado de ser aquella fascinante ciudad de película. Recala en distintos lugares para terminar instalándose en Madrid, donde encuentra a muchos de sus amigos tangerinos como Pilar y Eduardo Haro Tecglen, Emilio Sanz de Soto y Antonio Sánchez. Angel vuelve, entonces, a vagar por diversos empleos precarios, deambula por diversas pensiones y no deja de visitar bares de mala muerte. En 1976 ve la luz su tercera novela, La vida perra de Juanita Narboni. Es seleccionada en el año 77 para el Premio de la Crítica pero la cosa no va más allá. Después la novela queda enterrada.
La ultima etapa de su vida la pasa en una casa de huéspedes que él mismo llamaría la "mansión de Drácula", muy deteriorado ya por el alcohol, las penurias diarias y por una particular dificultad para vivir. Se siente cansado de vivir pero sigue escribiendo.
El 25 de febrero de 1980 muere de un ataque al corazón. Horas antes había quemado sus dos últimas novelas.
PERFILES
Angel Vázquez fue un hombre atormentado y el principal y más duro crítico de sí mismo, al que siempre le salvó el humor y la ironía que inyectaba a sus palabras. En una carta a su amigo Emilio Sanz de Soto, el propio Vázquez declara: "Yo también soy un corrompido. Sin fe en Dios, egoísta y sin ninguna confianza en mi mismo. Homosexual, alcohólico, drogado, cleptómano" (...)
Mientras residía en Tánger, acudía, en ocasiones, a las fiestas cosmopolitas de Barbara Hutton y David Herbert. En más de una ocasión compartió la barra de un bar con William Burroughs. También mantuvo una profunda amistad con Jane Bowles, a la que, además, le unía su misma condición sexual.
La escritura fue para Vázquez su auténtica vida, el disfraz que le permitía dirigirse a sí mismo y recrear su propio mundo interior o como él mismo lo llamaba, "mis habitaciones privadas".
A pesar de haber ganado el premio Planeta con su novela Se enciende y se apaga una luz , Angel Vázquez será mejor recordado por otra obra que no tuvo ningún éxito comercial cuando se publicó y que, sin embargo, ha tenido hasta una adaptación cinematográfica, La vida perra de Juanita Narboni. La adaptación con el título de Vida perra fue dirigida, en 1982, por Javier Aguirre e interpretado por Esperanza Roy.
OBRAS
Novelas
Se enciende y se apaga una luz , Barcelona, Planeta, 1962.
Fiesta para una mujer sola , Barcelona, Planeta, 1964.
La vida perra de Juanita Narboni , Barcelona, Planeta, 1976, Barcelona, Seix Barral, 1982, 1983, 1990, Barcelona, Cátedra, (ed. Virginia Trueba), 2000.
Cuentos El pájaro multicolor
La hora del té
El cuarto de los niños
Oliva
Reúma
El hombre que se enamoró de Bette Davis
Un pequeño esfuerzo
Los inocentes del invernadero
Las viejas películas traen mala pata
Teatro El verano de las lechuzas, 1962 (inacabado)
SOBRE La vida perra de Juanita Narboni
La novela es un extenso monólogo-soliloquio en el que Juanita Narboni, una solterona tangerina que se expresa en tangerino y en yaquetía, nos cuenta la historia de su vida en Tánger. A través de la voz de Juanita asistimos también a la decadencia de una forma de vivir, en otro tiempo gloriosa y única, la tangerina, que en 1976 prácticamente había desaparecido. El propio Vázquez hace algunas aclaraciones en una nota introductoria, quiere que su novela sirva como testimonio de esa forma de vida y para ello utiliza tres referentes: el universo femenino de Juanita, el lenguaje tangerino y la propia ciudad de Tánger. El lenguaje, al ser la forma de expresión de Juanita, pasa a tener, así, la categoría de verdadero protagonista del relato. Según Vázquez su intención no ha sido otra que la de restituir, en lo posible, el lenguaje de unos determinados habitantes de Tánger, de ese Tánger que fue tierra de nadie y de todos y al que la fuerza de la Historia está devolviendo, en esos momentos, a sus orígenes. De todas las lenguas que se usaron allí, a excepción del árabe, a todas dominó un castellano popular alimentado, particularmente, por los hebreos sefarditas, y que hoy, todavía, sigue vivo. Ciñéndonos a Marruecos, esa particular forma de expresarse, sobre todo en las clases más populares, se conoce con el nombre de yaquetía. La vida perra de Juanita Narboni se constituye, en este sentido, en un importante documento, al ser la única obra literaria que recoge, con mayor o menor fidelidad, el habla de aquellos judíos casi perdida en la actualidad.
Pero no es esta la única cualidad notable de esta novela, aunque, para descubrir el resto no hay mejor forma que, como diría el propio Vázquez, "atizársela".
Los pocos lectores críticos que ha tenido desde su primera publicación han tratado está obra de prodigiosa, insólita, original y hasta de obra maestra. Felizmente, no hace mucho, ha sido rescatada por la Editorial Cátedra en una magnifica edición crítica a cargo de Virginia Trueba. Su detallado estudio preliminar ha sido la principal fuente para la redacción de estas líneas.
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