JOSE A. GARRIGA VELA
La seducción de la ciudad marroquí para los escritores norteamericanos alcanza desde Mark Twain a la generación Beat
Ahora veo en una foto realizada por Sanz de Soto a Jane Bowles y Truman Capote sentados en un escalón de piedra de la maravillosa residencia de El Farhar, en el Monte Viejo de Tánger. El autor de la fotografía nos sigue contando que el azar quiso que en el Quaker City viajase un joven periodista, callado e irónico, que iba anotando cuanto veía y oía. No sin cierto pudor y miedo reunió aquellas anotaciones hasta convertirlas en un libro. Era su primer libro. El joven periodista era Mark Twain y el libro 'Innocents Abroad', en el capítulo octavo relata su asombro ante la ciudad de Tánger: 'Una de las cunas de la antigüedad'.
Veo una nueva foto de Sanz de Soto en la que se puede ver a Paul Bowles en una antigua casa de
En esta fotografía de Emilio Sanz de Soto veo a Tennesse Wiliams y el pintor marroquí Ahmed Yacoubi en la playa de Tánger, en el balneario del 'Uncle Tom', propiedad de un negro del Mississippi, viejo y puritano que, de noche, perseguía por la arena a las parejas de enamorados para golpearles con una cruz fosforescente. A la izquierda de la fotografía se puede ver de perfil el rostro del pintor Francis Bacon. La foto está fechada en 1954. Sanz de Soto afirma que nunca ha conocido a nadie tan voluble como Tennesse Williams. De él decía Jane Bowles «que bastaba el vuelo de una mosca para que cambiara de estado anímico». Tan pronto aparecía alegre y extrovertido como tristemente callado. Los motivos de tales cambios resultaban siempre inexplicables. Él mismo reconocía su inestabilidad. En cierta ocasión confesó: «En mí todo es epidérmico». El recuerdo que Sanz de Soto guarda de Truman Capote es caleidoscópico: «Todo él era encantamiento y asombro. Frente a Jane Bowles su creatividad se desataba, convirtiéndose en un increíble espectáculo de palabras, frases, gestos, imitaciones, dejándonos a todos maravillados. Truman adoraba a Jane. La adoración era mutua. Una pureza infantil se apoderaba de ambos, los iluminaba, y sus risas inconfundibles han quedado en mí como prueba evidente de que la felicidad es a veces posible. De ahí que me niegue a reconocerlos en los oscuros retratos que de Jane y Truman se han escrito. Mi recuerdo es muy otro. Siguen vivos en la magia e sus palabras, de sus escritos».
Aquí está Jane Bowles con Emilio Sanz de Soto en un baile de disfraces organizado por el honorable Davis Herbert. Casi de improviso, y sin otra razón que la del kif y el hasch, Tánger se convirtió de la noche a la mañana en la ciudad elegida por
Tánger está presente en la obra de todos los escritores citados. Si a ellos sumamos los escritores de otras nacionalidades, no encontraríamos con una sorprendente biblioteca a la que se van uniendo otros testimonios. La literatura es un arte intemporal. Y sobre Tánger aún queda mucho por escribir.