lunes, 8 de septiembre de 2008

El orientalismo desde el sur, Mustafa Akalay Nasser



El orientalismo desde el sur
( Contraorientalismo)


Mustafa Akalay Nasser

Intelectuales como Anouar Abdelmalek, Mohamed Arkoun, Hicham Djait, Mohamed Abid Aljabri, Bensalem Himmich, Edward Said, Fouad Zakaria, Fatima Mernissi, Mohamed Choukri, han tratado de ofrecer nuevas formas de ver oriente desde oriente. (-De Destruir oriente en tanto que maciza noción llena de clichés o estereotipos, de profundizar y hacer visible la diversidad de matices en la palabra Oriente y en la imagen monolítica y torpe que proyecta el romanticismo.-)
“Durante los últimos estertores de muerte del romanticismo y las primeras décadas del siglo XX, con las artes nuevas nace un gusto- las más de las veces mal gusto- por lo exótico, por el Oriente. Matisse, Delacroix, Gaudi y Picasso se inspiran en estéticas del tercer mundo aunque no siempre con fortuna: Salones de café turco, chales, pipas de opio y hashich, biombos y mas tarde, películas como Casablanca dan al mundo árabe una muy colorida estampa llena de señores con chilaba y un pollo en la mano izquierda, muy folclórico y muy bonito. Sin embargo, tópicos aparte, no consiguen penetrar en el espíritu de los colonizados y menos aún conocer sus tradiciones culturales y artísticas. Y ya se sabe, Europa solo tiene una vocación ecuménica y salvadora, con su moral y su cultura por delante...” (Javier Ruiz López Puertas, ABORIGINE, Marruecos de la artesanía al arte. Revista Puerta Oscura, n°3-4. Málaga 1986 pp. 17-18)
“El orientalismo ha sido el “ismo” más exitoso de la tradición artística occidental durante los dos últimos siglos. Hasta no hace tanto, una especie de pádel o golf de las artes: el deporte cultural en el que debía hacer sus pinitos cualquier artista euroamericano que pretendiese estar á la page (quizá, bajo disfraces rebuscados, siga siéndolo).
Lo saben bien en Marruecos, en Líbano, en Túnez, en Palestina; lo sabemos muy bien en España, avanzadilla oriental en Europa por excelencia y proveedora de una especie de orientalismo para principiantes para los artistas europeos y viajeros durante el siglo XIX.
Un poco lo que fue Marruecos para los norteamericanos hasta 1950: recuerden Tánger, cómodo telón exótico, barato y con puente aéreo a Paris para las correrías de escritores y artistas en busca de un malditismo portátil y llevadero, entre buró-fax y buró-fax a sus marchantes y editores en Nueva York.
Delacroix ya había decidido antes de su primer viaje a Marruecos en 1832 cómo debía ser la imagen de “Oriente”: ahí están cuadros tan exhaustivamente exóticos como su Sardanápalo, con sus odaliscas, sus frutas maduras, sus joyas rebuscadas, su sensualidad sangrienta. Al viajar allí él y las generaciones posteriores no hicieron sino extraer con alivio la confirmación visual de los clichés previamente incubados: Oriente-el “Otro” por excelencia, romántico, atrayente y repulsivo a la vez- se vio embutido en el traje a medida que le cortaron los sastres intelectuales del arte occidental, y acabó convertido más en una vaga noción –en una ilusión- que en una realidad histórica y cultural. Lo intuía ya Víctor Hugo en 1829, en sus Orientales: “Oriente, como imagen o pensamiento, se ha transformado en una especie de preocupación general, tanto para las inteligencias como para las imaginaciones”. (Javier Montes, a Oriente por Occidente. crónicas 2006, cultural ABC)
En Junio de 1996, choukri publicó un texto de memorias en árabe sobre Paul Bowles y su destierro en Tánger, y donde el autor haciéndose pasar por Michel de Certeau, Michel Foucault, Tzvetan Todorov, Julie Kristeva, Edward Said, Hicham Djait, desarrolla una crítica radical contra el orientalismo como discurso construido por el líder de la generación Beat, el dandy Bowles. Discurso a su vez que ha fracasado como instrumento de poder que sostiene la empresa del colonialismo y el paternalismo. La imagen de Oriente, en este caso Tánger, esta compuesta por fragmentos intertextuales, superpuestos como un filtro, es una figura construida, no un yo verdadero.
Dicho Orientalismo nacido de la mirada occidental sobre culturas evolucionadas y cultas detenidas en el tiempo, y más en particular sobre extremo oriente y el Islam.

Ningún instrumento más agridulce que las palabras. Ninguno más lleno de dobles filos, más cargado de trampas y cartones. Hay palabras que son a la vez la pretensión del conocimiento, el falso observatorio, y la constitución de un mundo de seguridades aparentes.
Verlas nacer, avanzar, extenderse, enceguecer, es entender de repente lo frágil del edificio de una mirada que alguien todavía pretende hacernos creer que es pura.
Entre 1815 y 1914 Europa pasa de ocupar el 25 de la superficie de la tierra al 85. Antes del XIX la palabra Orientalismo es usada apenas para referirse al mundo bíblico, poco después abarca todo el espacio a dominar o dominado por los europeos desde el África musulmana hasta Japón. El fondo del juego es el pillaje y el poder colonial, la India y la ruta a la India de los ingleses, el Norte de África de los franceses, la decadencia del imperio otomano…Todo ello va unido al aumento de la curiosidad, y mucho más que la curiosidad, de estadistas, administradores coloniales, geógrafos y militares, novelistas, poetas, pintores, viajeros, científicos. Entre todos ellos se reelaboran viejas formulas, se inventan otras. Las rivalidades coloniales se difuminan en la aparente inocencia del conocimiento. Del parto de los montes surge un ratón: el Orientalismo. Delante de él esta, en la mesa de disección, el glorioso invento del “oriental”, detrás, otro invento: el “occidental”. No surge el uno sin el otro. No importan las diferencias en ese supuesto mundo oriental, no importa que no quepa hablar en los mismos términos de indios, japoneses, birmanos, libaneses…
Porque frente al otro, desde el poder, no cabe otra cosa que reducir su extrañeidad, que suprimir sus parecidos que dejarlo reducido a una realidad clasificada. Detrás del “exotismo” cuantas veces no hay otra cosa que racismo más algo de lírica. Debajo de esa palabra un mundo sometido, un zoológico a reconstruir, a definir. Otras disciplinas colaboraran a ello, serán inventadas prácticamente en el mismo marco y juego, piénsese en una antropología definiendo al primitivo, al salvaje o al bárbaro, unida a la historia, p.ej, en la justificación de esquemas evolutivos de la humanidad en las que el último escalón son las naciones de pletóricas burguesías triunfantes que legitiman también su poder mirando al pasado, esto es al “primitivo” o “al oriental”. Para Edward Said el orientalismo no es más que el estilo y el discurso occidental para dominar oriente. (Fernando Wulff, REORIENTARSE. Revista Puerta Oscura, n°3-4. Málaga 1986 P82)
El orientalismo es una serie de imágenes que occidente ha creado sobre oriente y que se apoya en un conjunto de procesos de institucionalización. El orientalismo es un proceso de institucionalización que se refleja en la apoteósica serie de informes consulares, en los informes de viajeros, en la novelística, en los estudios etnográficos, en los informes de guerras, en las expediciones militares y científicas, en el cuerpo de descripciones coloniales (es lo que se conoce por el saber estratégico, ver Pierre Clastres l’Ethnocide, Yves La Coste la geografía irve para hacer la guerra).
El orientalismo como un proceso disciplinar nos habla “de un oriente orientalizado” que es en realidad la encarnación material de los procesos enunciativos. El oriente es una verdad producida por el lenguaje, un lenguaje entendido en términos de Nietzsche, el referente crucial de Michel Foucault, y quien define al lenguaje como un ejército móvil de metáforas, metonimias y antropomorfismos, como una suma de relaciones humanas que han sido mejoradas transpuestas, embellecidas, retórica y poéticamente y que luego de un largo tiempo de uso aparecen firmes, canónicas y obligatorias para la gente. En suma, el lenguaje construye verdades que son ilusiones y que hemos olvidado que lo son. (…In Figueroa, José Antonio 2004 “Edward Said la periferia y el humanismo o tácticas para trascender el postmodernismo, en iconos n°18 FLACSO- Ecuador- Quito, pp.100-108…).
« L´orient : ses beautés, ses paysages, ses femmes. Avec, au premier plan, le voile qui signifie ses interdits et souligne son altérité, qui déploie et résume tous ses mystères. Mais les féeries de l´orient, telles qu´elles illuminent l´imaginaire occidental aux XIX et XX siècles, ne se limitent pas á de purs effets esthétiques. Para el ensayista Francés Alain Buisine: l’enjeu reste philosophique, il consiste à montrer que l’orient n’est pas à découvrir derrière le voile, n’est pas à dévoiler, mais n’est visible, perceptible que dans son “envoilement” même, autrement dit, le voile n’est pas un simple obstacle. Il est la condition sine quanon, la modalité même de la perception de l’orient, nul hasard si Salammbô de Gustave Flaubert et de bout en bout une histoire de voile ! » (Alain Buisine l’orient voilé, Essai Zulma, calman -Levy .1993).
Oriente ya no es- nunca lo fue esa heterotopia soñada por los pintores del XIX y del XX que “en mal d’exotisme”, y en busca de nuevos horizontes, de nuevas sensaciones se desplazaban a este entorno geográfico llamado oriente y concretamente el mundo musulmán.
Pero Oriente, no es sólo una cartografía del deseo de alteridad, radical, sexual, cognitiva, literaria, religiosa, etc.… es también una cartografía real:… sus problemas son los problemas del resto del mundo. Se expresan en términos y cuestiones relacionados con lo religioso, las nociones de género y la difícil cuestión de la identidad cultural; en hechos de autoafirmación y valoración de lo tradicional desde una perspectiva evolutiva e histórica que evite las pretensiones intemporales y el victimismo demagógico cultivado por mucho de sus regímenes políticos ;en la posibilidad de encontrar un compromiso con occidente que escape a los métodos y el lenguaje de un orientalismo unilateral para buscar la contribución mutua, en explorar formas de lidiar con los flujos imparables de la globalización sin descuidar su delicado y a menudo entretejimiento de perspectivas locales, regionales e internacionales… (Ibídem Javier Montes, a Oriente por Occidente. crónicas 2006, cultural ABC)
“No hay choque de civilizaciones, sino de ignorancias…” en su intervención el premio Goncourt 1987 y autor de obras esenciales como partir, el escritor Tahar Ben Jelloun criticó duramente a Huntington y a la periodista Oriana Fallaci, “que es despreciable y reparte odio. Pero sus libros se venden muy bien porque responden a un público que esta dispuesto a odiar a todo lo que venga del mundo musulmán…
No hay choque de civilizaciones, porque las culturas están interpenetradas unas en otras. Viajan. Lo que hay es choque de ignorancias. Luego sentencio: “El mundo árabe quiere que lo mire Occidente, pero no desde arriba o de soslayo, sino de igual a igual”. (Conferencia de Tahar Ben Jelloun ignorancias mutuas pronunciada en el acto de clausura del coloquio internacional Ibn Jaldun. Auge y declive de los imperios: del siglo XIV al mundo actual. 09-06-06).

Texto leído por Mustafa Alalay Nasser el viernes 24 de noviembre de 2006 en el salón de actos del Instituto Cervantes de Tánger en el marco de los encuentros del foro observatorio Tánger.Tarifa, el orientalismo al revés, homenaje a Edward Said.