lunes, 8 de septiembre de 2008

algo hay hoy de menos en nosotros



Mahmud Darwish ha muerto:

algo hay hoy de menos en nosotros.

Por Pedro Oscar Godinez*

CUBA: La muerte de un poeta sin dudas de que nos empequeñece hasta el infinito a todos, porque con el se va una parte importante del cosmos que construyeron sus versos, del universo mismo en que moramos, al menos si no en su lado físico, materico, concreto o tangible, si en su expresión espiritual, emocional, mental, ideológica, moral, vivencial, vital y lingüística individual.

De alguna extraña manera, se apaga para siempre una luz en algún apartado punto de nuestro propio ser, de nuestra geografía humana. Se pierde una forma particular, única, insustituible e irremplazable, de mirar la vida, de ir registrando emocionalmente -como una especie de sismógrafo o de instrumento radiestesico- cada acontecimiento, cada suceso, cada acaecer.

Ya el finito -ahora vestido de difunto-, que no es sino el gran poeta palestino Mahmud Darwish lo había subrayado, al pronunciar las palabras de agradecimiento durante la ceremonia de entrega de la 'corona mundial de la poesía' con que fuera laureado el pasado año 2007 en la ciudad griega de sttuga: 'la poesía no cambia el mundo, pero puede encender luces en la oscuridad'. Y esto, ni más ni menos, parece ser lo que justo nos acaba de ocurrir con la fatídica y sorpresiva noticia de su muerte, recién el pasado sábado día 9 del presente, mientras era sometido de urgencia a una operación a corazón abierto en un hospital de Houston, en los estados unidos: que, sencillamente, nos hemos quedado sin esa 'otra' luz, la suya, que brotaba de su obra y que nos permitía ver, atisbar, aun en la oscuridad mas feroz.

Una forma irrepetible de interpretar los fenómenos, de nombrar las cosas, de percibir las realidades, interna y externa, personal y general, de vivir la existencia, acaba de desaparecer. Una voz, una sonoridad, un acento, un ritmo, un modo peculiar de decir las cosas, de apresar y de expresar sentimientos y pensamientos, fantasías, sueños, experiencias y pasiones, una secuencia de intensidades que se proyectaban sobre los planos espacio-temporales de la duración y de la extensión, se han detenido para siempre, y, como decía al inicio, algo de nosotros, se ha marchado, se ha apagado, se ha esfumado también, porque cuando un poeta muere, todo muere en el y asistimos, sin siquiera sospecharlo, al fin del mundo y de todos los mundos posibles, reales y soñados. Islas, países, continentes, universos, galaxias enteras se esfuman con su ausencia.

Si, señores, amigos y hermanos poetas de todo el mundo, esto es lo que acaba de pasar: el poeta palestino Mahmud Darwish ha muerto, el cantor de galilea, el autor de los versos tristes y dolidos, con sabor a tierra, y a sangre, de tanta y tanta poesía, agrupada en libros que son puros cuadernos de vida, tales como 'pájaros sin alas' , 'hojas de olivo', 'memorias para el olvido', 'elogio de una sombra' y 'estado de sitio', entre otros tantos más, se nos ha ido, dejando tras de si perfumados manojos de poesías como 'enamorado de Palestina', 'el limonero', 'los pañuelos', 'carta de exilio', 'las rosas y el diccionario'.

Baste decir que su poema 'carnet de identidad' se convirtió en la carta de presentación, en la tarjeta de identidad personal, verdadera bandera, de cada ciudadano de esta zona del mundo. Los versos, viriles y amargos, con los que se inicia este dialogo con el lector -y con todos- 'escribe que soy árabe ...', de hecho, constituyen toda una declaración en defensa de los derechos de todos los hombres y mujeres pertenecientes a los pueblos y países del medio oriente.

Adscrito a una generación de poetas entre los cuales se encuentran Fadwa Tuqan, Samih al-Qassem, Tawfik az-Zayad, Abu Salma y el gran narrador Gasan Kanafani, traducido a más de 20 idiomas, reconocido y elogiado en todo el mundo, considerado como el poeta nacional de Palestina y laureado con la 'medalla de caballero de las artes y las letras' de Francia [1977], el 'Premio Lotus' [1969], 'Premio Lenin de la paz' [1983], 'Premio de la Fundación Lannan a la Libertad Cultural' [2001], el importante 'premio Príncipe Claus' de Holanda [2004] y la ya aludida y codiciada 'corona mundial de la Poesía' de la ciudad griega de Stuga [2007], Mahmud Darwish, quien había nacido en la ciudad de galilea en 1941, fue quien escribió de su propia mano, en 1998, la 'declaración de independencia de Palestina'.

Dueño de una obra, intensa y extensa, que sobresale por el eje temático sobre el que se mueve: las angustias, los sufrimientos, la resistencia y las lucha del pueblo palestino, la gangrena de la ocupación de la tierra patria, el paisaje ultrajado por la pupila foránea, la familia y el amor, aun a pesar de todos los males imaginables, con un discurso que transita entre la denuncia y la esperanza, poco mas de cuatro décadas bastaron a Mahmud Darwish, un poeta marcado por la cárcel y el exilio, para labrarse una voz propia, un estilo inconfundible, para ganarse una parcela en el territorio de la poesía contemporánea, para convertirse en un “imprescindible” de las letras no solo de su país, sino de todo el mundo árabe en general, en el que brillas figuras de la altura de Nizar Qabbani, Adonis, al-Bayati y Zakir al-Zayyad, entre otros.

Si pudiéramos, como en el poema “masa”, del peruano universal cesar vallejo, gritarle todos juntos, en un común clamor: “¡quédate, hermano!” Y su cadáver agradecido nos oyera al menos por un instante. Si como Jesús ante Lázaro, le ordenásemos, a coro: “¡levántate, Mahmud!”, y el, devuelta al reino de la luz, echase a andar. Ahora las ciudades que alguna vez recorrieron sus versos: Nablus, Gaza, Ramallah, Cisjordania, Maluala, Galilea, Jerusalén o al Good están ciegas de sus ojos, mudas de sus palabras e inmóviles ya para siempre de sus pasos.

Así, en esta hora triste de la poesía, en que ella pierde a un hijo amado y nosotros, los poetas, a un hermano mayor, me vienen a la mente aquellos versos, estremecidos y estremecedores, de John Donne, que sirvieron de portigo a Ernest Hemingway para su gran novela 'por quien doblan las campanas', una de las cumbres de la literatura de nuestro tiempo: 'la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad ...'. Porque, sin lugar a dudas, tal y como lo apuntaba antes, con la muerte de Mahmud Darwish algo se ha desprendido de nuestros cuerpos y de nuestras almas, algo hay hoy de menos en nosotros, algo que ayer estaba y que ya hoy no nos acompaña.

DIALOGO CON EL POETA PALESTINO MAHMUD DARWISH

ACERCA DE LA TIERRA

La tierra es también el agua

Mahmud
El viento

La luz

Los árboles

El hombre

La tierra

Es

También
La vida

Por eso Mahmud

Ustedes la defienden

Como pueden

Con piedras

Palos
Con los dientes

Con las uñas

Con el pecho

Pedro Oscar Godinez*,

POETA del MUNDO