viernes, 5 de junio de 2009

"Perdí todo por lo que luché en los atentados del 16 de mayo de 2003"

Reportajes

VI ANIVERSARIO DE LOS ATENTADOS DE CASABLANCA

"Perdí todo por lo que luché en los atentados del 16 de mayo de 2003"

15/05/2009

Texto: Ferdaous Emorotene-Tánger


Han pasado seis años desde ese trágico día, pero Soad Begdouri, no podrá olvidar nunca ese viernes 16 de mayo de 2003, el día en que arrebataron la vida a sus dos seres más queridos, su hijo, Taib (17 años) y su marido, Abdelwahed El Khammal, un famoso abogado de Casablanca.
En su libro, ‘Antes de tiempo’ (en la imagen la portada del mismo), la madre y esposa, revela su vida antes y después de los atentados de Al Qaeda en Casablanca. En él describe sus emociones, pensamientos y su dolor incurable.
"Perdí todo por lo que había luchado… pasé estos años con depresión, enfermedad, soledad… hasta que tuve la idea de escribir este libro y así nacieron dentro de mí buenas sensaciones que, de otra forma, no hubiera sentido nunca si no hubiera escrito el libro", señaló a Diario Calle de Agua Soad Begdouri.
Soad Begdouri, una tangerina de 52 años, estaba en Francia recogiendo el premio de su hija Safae que le había otorgado la Academia Francesa cuando se produjeron esos brutales crímenes que afectaron a cinco zonas de la ciudad: la plaza de Sahat Al-Arsa, en la medina antigua, el Club de la Alianza Israelí, el restaurante ‘Le Positano’, la Casa de España y el Hotel Farah.
En aquellos atentados de Casablanca, de los que este sábado se cumplen seis años, perdieron la vida hasta 45 personas y más de un centenar de personas resultaron heridas. Taib era el menor de todas las víctimas. Acudió al restaurante Casa de España, tras recibir la llamada de su padre pidiéndole que se reuniera con él para cenar.
"Aquel viernes -día sagrado para los musulmanes-, cuando Taib estaba estudiando Física, preparándose para aprobar el Bachillerato, ‘el otro’ – así llama al terrorista que mató a su hijo- estaba preparando su mezclas explosivas para destruir los sueños de toda una familia", cuenta en el libro.
Begdouri siempre repasa ese momento trágico, que no vivió, pero que nunca arrancará de su memoria. "Mi marido cayó muerto en la primera explosión, y como Taib estaba en el salón interior del restaurante viendo un programa de televisión, lejos de su padre, no le pasó nada, pero él no pensó en huir como hicieron los supervivientes y corrió a buscar a su padre, y cuando estaba cerca de su cadáver, el ‘otro’ pulsó sobre el segundo botón y mi hijo cayó al suelo impidiéndole hasta llorar por su padre o besar su mano como solía hacer, aunque fuera por última vez", relata la madre.

La noticia de los atentados y de la muerte de su marido llevó a Soad y a su hija Safae a coger el primer avión del sábado, de vuelta a su casa, con la única esperanza de ver Taib sano y salvo. Una ilusión que se esfumó una semana después, exactamente el viernes 23 de mayo de 2003, arrancando de su lado a otro de sus seres más queridos.
La mujer denuncia también en el libro que su hijo no fue encontrado hasta las cuatro de la tarde del día después, mientras que los atentados se produjeron sobre las diez de la noche del viernes 16 de mayo. “Lo averigüé cuando me entregaron el reloj de mi marido que se había parado a las 22 horas”, explica. En ese tiempo, los restos de la explosión pudieron haber agravado la salud de su hijo, sospecha.
En la semana que transcurrió entre el atentado y la muerte de su hijo, hizo todo lo que pudo para intentar salvarlo: reuniones que parecían imposibles con el director del centro sanitario y el equipo médico por el caos que se vivía en el centro en el Hospital de Casablanca Ibn Rochd que, por orden del Rey Mohamed VI, fue equipado con todas las tecnologías y los mejores profesionales para salvar a las víctimas. Soad trató también de trasladar a su hijo a un hospital extranjero. Una esperanza que la llevó a escribir una carta al Rey, que días más tarde visitó a las víctimas del atentado terrorista.
"Recibí una llamada de uno de los responsables de seguridad del hospital anunciándome la posibilidad de encontrar a su Majestad pero con una condición, no tenía que llevarme los vestidos blancos de duelo… me encontré en la entrada de un edificio vestida de otro color y regresé al hospital con la ilusión de entregarle la carta, pero sonó el teléfono y mi interlocutor me ordenó que me quedara en mi lugar porque el Rey recibiría la carta a través de una de las personas que lo acompañaban… lloré, porque en ese momento perdí mi única esperanza”, cuenta Soad.
Los atentados de Casablanca, como declara la autora de ‘Antes de tiempo’ y presidenta de la Asociación 16 de Mayo, “han matado nuestros sentimientos y ninguno se atreve ni tan siquiera a hablar de ellos, como si nosotros –los familiares- también hubiésemos muerto”. “Me encontré con la brutalidad, con un corazón amputado, con sentimientos desangrados, retorciéndome de dolor por la pérdida de quien lleve un día dentro”.
En los dos últimos párrafos de su libro la autora cuenta los obstáculos con los que se ha encontrado ella y todas las familias de las víctimas del atentado. Problemas de todo tipo, materiales y emocionales.
"En vez de recibir una ayuda psicología profesional, teníamos que pasar por trámites administrativos que complicaban más nuestra situación. No somos mendigas… ¿Acaso piensan los responsables que estamos satisfechas de nosotras mismas cuando nos ponemos delante de sus puertas pidiendo uno de nuestros derechos como ciudadanos? Nos olvidaron y emprendieron el rumbo de su tren en el tiempo que se pararon nuestros vagones y hemos sido forzados a bajar en una estación llena de sangre".
"Hemos pagado un precio caro y seguimos pagando facturas de frivolidad sangrante", señala la escritora en la última página de su libro.